viernes, diciembre 14, 2007

David Lynch y su mantra sin Dios

Hace unas semanas que el director de cine David Lynch ha comprado un terreno en Berlín para levantar una Universidad de Meditación Trascendental. El autor de El hombre elefante, Terciopelo Azul y Twin Peaks ha adquirido una colina artificial, antes utilizada como centro de espionaje por Estados Unidos, para la organización fundada por el guru Maharishi, en un bosque que hay al norte de la ciudad. El director práctica diariamente la meditación desde hace 35 años, aunque no se hizo miembro de este grupo, considerado como secta en Alemania, hasta el año 2000. El 2005 creó una fundación para difundir sus enseñanzas entre los estudiantes de Estados Unidos.


Nacida en Madrás (India) en 1958, la Meditación Trascendental, crea su primera Universidad en Suiza, ya en 1971, donde tiene ahora su centro mundial. La organización fundada por el guru Maharishi está presente en un centenar de países, donde cuenta con más de un millón de adeptos. Su maestro se trasladó a Estados Unidos en 1959, convirtiéndose en una especie de icono mundial en los años sesenta, tras la conversión mediática de los Beatles en su sede de Rishikesh (India). Otras estrellas de la música y el cine les siguieron, como Mia Farrow, Beach Boys o los Rolling Stones, hasta que su fama empezó a declinar en los años ochenta.

La organización está en España desde 1971, registrada en el Ministerio del Interior como Centro de Estudios de Rehabilitación Social y Asociación para el Estudio de la Inteligencia Creativa y Enseñanza de la Técnica de la Meditación. Dicen que no tienen más que quinientos miembros en nuestro país, pero que veinte mil personas siguen sus prácticas, presentadas como una técnica psico-terapéutica. Su principal actividad es la repetición de un mantra durante veinte minutos, dos veces al día, al que se atribuye propiedades maravillosas. Algunos hablan incluso de levitación, invisibilidad y hasta inmortalidad…

EL GURU DE LOS BEATLES
Los Beatles conocieron a Maharishi Mahesh Yogi, cuando tenía ya cincuenta y cinco

años. Acababa de fundar un Movimiento de Regeneración Espiritual.
Su pelo largo, barba gris y túnicas blancas, les dejaron fascinados, al escuchar sus adivinanzas y palabras de amor, acompañadas siempre de una sonrisa beatifica. Se engancharon a él justo después de publicar el Sergeant Pepper en 1967, cuando George Harrison descubrió que “el LSD no es una verdadera respuesta”. Dijo: “No te da nada; te permite ver un montón de posibilidades, que no habías visto antes, pero no es la respuesta”. Se da cuenta entonces que “hay formas especial de elevarse sin drogas, como el yoga, la meditación y todas esas cosas”…

El músico de folk Donovan había incluido la foto de este guru en su disco del año 68, Regalo de una flor a un jardín. Los Rolling Stones estuvieron temporalmente interesados en él, sobre todo Brian Jones, así como Mike Love de los Beach Boys, todos ellos el mismo año. Su foto apareció como portada de una revista americana, el Saturday Evening Post y llegó a grabar incluso un disco con su voz, que se distribuyó comercialmente, mientras se le hacían entrevistas en televisión…

PSICO-HINDUÍSMO
La Meditación Trascendental, lo que hace es reemplazar la terminología religiosa del hinduismo tradicional por una jerga psicológica, que enfatiza sus aspectos pragmáticos, para obtener resultados inmediatos. El Maharishi aplica así su religión a la filosofía americana. No era así cuando comienza a enseñar en Los Ángeles en 1958. Durante diez años no tuvo mucho éxito, pero luego se convierte en el centro de atención de los jóvenes. Tras perder a los Beatles, Maharishi vuelve a la India, donde prepara una nueva estrategia. Elimina de su enseñanza todo lenguaje religioso y adquiere una terminología psicológica, que bautiza como Ciencia de Inteligencia Creativa.

El año 75 tiene tal cantidad de estudiantes, que anuncia una nueva era de Iluminación. Los problemas vuelven, cuando en 1977 un tribunal de Nueva Jersey, la prohíbe en las escuelas públicas, por su carácter religioso. El año 79 el Ministerio de Sanidad suizo niega su carácter científico, como método terapéutico. Y en 1980 la Audiencia de Colonia autoriza al gobierno alemán a declararla una secta que puede producir daños psíquicos. El caso llega finalmente al Parlamento Europeo…

¿MANTRA O DIOS?

El concepto hindú del Maharishi parte de un monismo panteísta. Por lo que el propósito de la Meditación Trascental es llegar a la unidad con Brahman, el principio impersonal creativo de la literatura hindú. La clave está en el carácter personal de un mantra, que el iniciado debe repetir una y otra vez al meditar. Para llegar a ese objetivo de unidad, el individuo debe trascender los tres primeros pasos de conciencia, para alcanzar cuatro etapas que le lleven a la unión con la divinidad, en paz con uno mismo, liberado ya de las leyes del karma…

El Dios de la Biblia es un Dios trascendente. Es el Creador Todopoderoso, que se ha encarnado en la persona del Señor Jesucristo. Su trascendencia, ascendido a los cielos, va acompañada de la cercanía del Espíritu Santo, que procede del Padre y el Hijo. Jesucristo ha muerto y resucitado, para salvarnos de algo más que las consecuencias de nuestro karma, la tragedia que la Biblia llama pecado, cuya consecuencia es la muerte…

Su propósito de salvación no es huir de un continuo renacimiento. Ya que “está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9:27).

Ante esa justicia definitiva, no hay mantra que pueda librarnos. Pero “justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1). No nos engañemos, toda otra paz es ilusoria....



José de Segovia es periodista, teólogo y pastor en Madrid

lunes, septiembre 17, 2007

Bergman, solo ante la muerte


Unas horas después de la muerte del director sueco Ingmar Bergman, fallecía este verano en Roma el director italiano Michelangelo Antonioni. Ambos nos dejan un impresionante legado, que ha hecho del cine un arte poderoso para expresar los más profundos sentimientos del ser humano. Su mirada atenta a la soledad y tragedia del hombre, nos muestra un vacío, que para Bergman produce el silencio de Dios. Este hijo de un pastor luterano nos presenta unos personajes incapacitados para el amor y la comunicación, condenados a ocultarse siempre tras una máscara, que les conduce a la neurosis y la muerte.

Como dice el titulo de una de las películas que se hicieron sobre sus padres estos últimos años, Bergman es ”un niño de domingo”, ya que nació ese día en el verano de 1918, en una familia de pastores que llega hasta el siglo XVI. Su tatarabuelo ya era pastor y se casó con una hija de pastor, como hizo el padre de Ingmar. Era capellán al principio de una pequeña comunidad minera, aunque luego fue predicador de una de las más importantes iglesias luteranas de Estocolmo. A pesar de su nerviosismo y tendencia al insomnio, la debilidad de Erik desparecía cuando subía al púlpito. Su carácter impasible y autoritario crea una tensión en el matrimonio, que alejará finalmente a Ingmar de su padre, no pudiendo reconciliarse con él hasta poco antes de su muerte.

Un domingo la reina escucha a Erik Bergman hacer uno de sus elocuentes y líricos sermones. Le propone entonces convertirse en capellán del Hospital Real. La muerte se convierte en una realidad cotidiana para Ingmar, que ve los cadáveres de los pacientes. Sus mejores recuerdos son los días de verano que viaja con su padre en bicicleta, cuando predica en las iglesias del campo que rodea el norte de la ciudad. Aunque se aburre de sus sermones, recibe una formación tal, que en una ocasión dijo que no se podían entender sus películas sin haber leído el Catecismo Menor de Lutero.

LA MÁS NEGRA DE LAS PLAGAS
Desde su adolescencia, Bergman tenía pasión por el cine. Sus películas favoritas al principio eran las de monstruos, como La Momia o Frankenstein, aunque le gustaba también la opera y la música clásica. La política no le interesaba demasiado, aunque el año 34 había ido a Alemania en un intercambio con el hijo de otro pastor, que usaba el Mein Kampf de Hitler en sus sermones. Con esa familia fue a una concentración en Weimar, para escuchar al Führer y ver una ópera de Wagner, siendo influenciado por la propaganda nazi. Su padre descubre sin embargo la amenaza y hace un famoso sermón contra los nazis. El año 77 Ingmar recuerda todo ello en El Huevo de la Serpiente.

Bergman se vio siempre atraído por el teatro. Los años cuarenta empieza a dirigir obras con estudiantes, sobre todo de Strindberg, su autor preferido, que representa continuamente a lo largo de toda su vida. Su primera esposa se dedicaba a la coreografía y la segunda era una bailarina, con la que tuvo cuatro hijos. Bergman se hace director de cine en 1945, pero sigue haciendo teatro en una actividad frenética, que no abandona en ningún momento. Cuando se casa por tercera vez con una historiadora y periodista, tiene ya cinco hijos. No fuma y apenas bebe alcohol. La vida para él, consiste en algunos breves instantes de felicidad, pero en

general se caracteriza por una soledad
y amenaza de la muerte, que le hace perder
su fe en Dios.

La enorme presencia femenina que hay en sus historias se debe a que la felicidad para él, depende de una armonía sexual que nunca encuentra. En sus declaraciones, cuando cumple 85 años, a una cadena de televisión sueca, Bergman habla con toda honestidad de sus miedos y soledad. “Me he convertido en una persona muy nerviosa y propensa a llorar… Y también muy depresiva”. Hay días en que dice que no habla con nadie. Vive solo, tras cuatro divorcios y haber vuelto a ser viudo por segunda vez. Piensa que “el amor es la más negra de todas las plagas”.

EL SILENCIO DE DIOS
El caballero de El séptimo sello (1957), su película tal vez más famosa, es un buscador tenaz y atormentado, que quiere creer. Tiene un escudero algo cínico e incrédulo, aunque también compasivo. Como un nuevo Quijote y Sancho Panza, se enfrentan a la Muerte misma, horrenda, tortuosa e implacable…

LA MUERTE: ¿Tú quieres garantías?
EL CABALLERO: Llámalo como quieras. ¿Es tan cruelmente indispensable percibir a Dios con los sentidos? ¿Por qué es necesario que Él se oculte
en una niebla de promesas, expresadas a medias y de milagros que nadie
ha visto?

(La muerte se calla).

EL CABALLERO: ¿Cómo podríamos creer a los creyentes, los que no
creemos en nosotros mismos? ¿Hacia qué nos tenemos que volver nosotros,
que queremos creer, pero que no llegamos hasta ahí?

(El caballero se ha callado y espera una respuesta; pero nadie responde;
sólo silencio…)

EL CABALLERO: ¿Por qué no puedo yo matar a Dios en mí? ¿Por qué
continúa Él viviendo en mí de una manera mansa, dolorosa y humillante,
aunque yo le maldigo y quisiera expulsarlo de mi corazón? ¿Por qué a
pesar de todo Él es una realidad aplastante, que no me puedo quitar de
encima? ¿Me entiendes?
LA MUERTE: Sí, te entiendo…
EL CABALLERO: Quiero saber, quiero creer, no suposiciones, sino saber.
Quiero que Dios me tienda la mano, me desvele su rostro y me hable…
LA MUERTE: Pero Él permanece callado…
EL CABALLERO: Clamó en la oscuridad, pero no parece haber nadie allí…
LA MUERTE: Quizás no hay nadie allí…
EL CABALLERO: Entonces la vida es un horror atroz. Nadie puede vivir abocado a la muerte, sabiendo que no hay nada.
LA MUERTE: La mayor parte de los hombres no piensan ni en la muerte,
ni en la nada.
EN BUSCA DEL PADRE ETERNO
La obsesión de Bergman por su padre le acompaña hasta los últimos años de su vida. Cuando estaba en la Universidad se enfrentó con el pastor en una discusión en la que abofeteó a su hijo. Él respondió violentamente y le tiró al suelo. A pesar de los esfuerzos de su madre por intermediar, abandonó su casa y no intenta entender a su padre hasta que está ya moribundo en el hospital e intenta reconciliarse con él. Aunque Bergman había dejado ya el cine, escribía guiones e hizo algunas películas para televisión, que giran continuamente en torno a los problemas de sus padres.

En todo ello ves un tremendo sentimiento de orfandad, que te hace llorar conmovido. En una de sus últimas entrevistas, Bergman dice que si su cine gusta es porque emocionalmente era un niño y hablaba a los espectadores como un niño. La tragedia de su vida te muestra la realidad del hombre sin Dios. Su silencio es el final de toda esperanza de encontrar amor y sentido en este mundo. Bergman se enfrenta solo ante la realidad de la muerte...

Yo espero que aquel anciano pudiera conocer finalmente a ese Padre celestial, que está dispuesto a recibirnos, cuando venimos a Él vacíos y quebrantados. Ya que me doy cuenta que no hay mayor privilegio que ese amor que nos ha dado el Padre al hacernos hijos de Dios (1 Juan 3.1). No se turbe vuestro corazón, dice Jesús (Juan 14:1-2). Él ha ido a preparar la mesa, para cuando lleguemos a casa. El fuego de su hogar eterno nos espera cuando creemos en Él. Pero nada será comparable al calor del abrazo de nuestro amante Padre…


José de Segovia Barrón es periodista, teólogo y pastor en Madrid

martes, agosto 28, 2007

El peregrinaje de U2

El peregrinaje de U2


Era el primer partido de la NBA el año 2001 en Los Ángeles, cuando anunciaron de repente que U2 actuaría en el intermedio desde Boston. Las cámaras conectaron en ese momento y descubrieron a su cantante Bono, de rodillas orando, mientras comenzaba a recitar las palabras del Salmo 116 ante la televisión nacional: ¿Cómo podré pagar al Señor todo el bien que me ha hecho. Tal expresión de adoración no deja de sorprender en un músico de rock, que es especialmente conocido por su lectura de la Biblia, pero también por la agresividad y el lenguaje obsceno de muchas de sus declaraciones. La editorial argentina Arson acaba de publicar en castellano un libro (distribuido en España por CLC) sobre El peregrinaje espiritual de U2, escritor por un pastor presbiteriano de Belfast, Steve Stockman, capellán de la Universidad de Queen y presentador de un programa de la BBC sobre la espiritualidad en la música popular contemporánea.

Hijo de un católico y una protestante, el cantante de U2 se crió yendo con su madre y su hermano a una pequeña capilla de la Iglesia de Irlanda (miembro de la Comunión Anglicana), mientras su padre iba a misa. Al recordar esos días en su prólogo a los Salmos de la llamada Biblia laica, Bono confiesa que no sólo le fascinaban las vidrieras de aquella iglesia o la hija del pastor, sino las palabras del Salterio y la música del Salmo 23, según la conocida melodía protestante que venía de la Reforma en Escocia. ¡Es obvio que alguien con esa educación jamás podía ser un buen nacionalista republicano! Ya que la fe que refleja U2 no tiene que ver en realidad con ninguno de los dos bandos en los que está dividida la religión organizada en Irlanda.

“Tengo éste hambre en mí”, dice Bono. “Por todas partes veo la evidencia de un Creador, pero no lo veo como la religión, que ha cortado mi pueblo en dos”. De hecho, “no veo a Jesucristo como parte de una religión”, dice el cantante de U2. “La religión para mí, es casi lo que hay cuando Dios ya no está y la gente inventa una serie de reglas para cubrir ese vacío”.

Bono solía visitar mucho entonces a unos vecinos que eran de una Asamblea de Hermanos, los Rowans. Su hijo era uno de sus mejores amigos, junto a Gavin Friday. Los dos serían luego parte de un grupo punk de vanguardia llamado Virgin Prunes. El hermano pequeño de Rowan ha llegado a ser también conocido en todo el mundo por ser el niño que aparece en la portada de dos de los primeros discos de U2, Boy y War. Bono solía ir a estudios bíblicos y reuniones de avivamiento con esa familia de Hermanos, a la vez que iba a la Asociación de Jóvenes Cristianos (YMCA).




¿POR QUÉ EL DIABLO HA DE TENER TODA LA BUENA MÚSICA?
U2 nace en un colegio de Dublín llamado Mount Temple. Era la única escuela no confesional en un país completamente dominado por el catolicismo-romano. Algunos profesores sin embargo eran cristianos. Una de ellas, dice Bono, “realmente nos mostró lo que Dios puede hacer en la vida de una persona”. Más de cien alumnos se reunían para orar cada mañana y a la hora de comer. Otro profesor creyente llegó a ser luego pastor de la Iglesia de Irlanda y haría la boda de Bono en 1982 con una de sus compañeras, Alison Stewart, con la que está todavía casado.

El guitarrista del grupo es un inglés conocido por el apodo de The Edge. Se interesó por el cristianismo a raíz de un curioso episodio en un McDonalds, en el que un Hare Krishna empezó a ridiculizar a un hombre que estaba leyendo una Biblia. Es así cómo empezó a asistir junto al batería, Larry Mullen, a las reuniones de la comunidad cristiana evangélica carismática Shalom, donde Bono iba ya a estudios bíblicos y encuentros de oración. Los dos llegaron pronto a la fe por su testimonio. El bajista del grupo sin embargo, Adam Clayton, nunca se ha declarado como creyente.

Su segundo disco, October (1981) fue recibido como “un LP cristiano” por la principal revista musical irlandesa, Hot Press. Títulos como Gloria y Rejoice son verdaderos cánticos de alabanza, que Tomorrow o With A Shout (Jerusalem) dirige a la cruz de Cristo. Hasta entonces eran muy pocos los artistas en el mundo del rock que declaraban su fe cristiana. Sólo Cliff Richard, el equivalente británico a Elvis Presley, era conocido por ser evangélico desde los años sesenta. Aunque Bob Dylan había anunciado su conversión dos años antes, con su álbum Show Train Coming, aunque para muchos esto no era más que el clavo que faltaba ya para cerrar su ataúd…

Su presencia en el festival cristiano de Greenbelt el año 81 sirvió en ese sentido no sólo para confirmar su fe, sino para mostrar su identificación con la filosofía de este encuentro conocido por su separación del arte de toda forma de evangelización. U2 por eso realmente nunca ha querido utilizar su música como un medio para propagar su fe. Esto creó finalmente una serie de tensiones en la comunidad de Shalom, cuando uno de los miembros de este grupo carismático en el norte de Dublín dijo que había tenido una profecía, por la que Dios les decía que disolvieran la banda. Bono, Larry y The Edge tenían apenas veinte años, por lo que no sabían muy bien que pensar al respecto.




¿UN CRISTIANISMO SIN IGLESIA?
La dirección de muchas comunidades carismáticas empezó a tomar una forma cada vez más estricta y controladora a partir de los años ochenta. En muchos de estos grupos, el pastor dice todavía hoy a los miembros todo lo que tienen que hacer, por lo que no pueden tomar ninguna decisión personal sin consultarle antes a él. Algunas de estas iglesias en casas tienen incluso un sistema por el cual cada persona ha de dar cuentas a otra de todo lo que hace. Esto ha favorecido un clima enormemente autoritario, que ha pasado para muchos de ser un ámbito de libertad, para convertirse en una atmósfera tan opresiva, que parece más propio de una secta que una iglesia.

Esto no explica la contradicción de un cristianismo sin iglesia, pero ayuda a entender el distanciamiento que tuvieron de su comunidad a partir de October. “Era como acerse de los moonies”, recuerda Larry, que fue el primero en salir de la comunidad. Le siguió Bono, pero para The Edge esto no era tan fácil. El guitarrista se plantea seriamente abandonar el grupo en la época de War (1982). Ya que para él, “era reconciliar dos cosas que parecían excluyentes”. The Edge aún confiesa a Bill Flanagan el año 95, en su libro At The End of The World que: “nunca resolvieron la contradicción, esa es la verdad, y probablemente nunca lo logremos”.

U2 ha vivido desde entonces al borde del abismo que separa lo profano de lo sagrado. Nadie negará que en esa delgada línea que divide el Cielo del Infierno, es imposible a veces no quemarse, pero hay pocos ejemplos de músicos contemporáneos que hayan logrado mantener su fe, sin ver su trabajo como una forma más de entretenimiento. The Edge decía en el año 95: “Supongo que hemos cambiado mucho de actitud desde entonces, pero la fe central y el espíritu de la banda sigue siendo el mismo”. Aunque cree que ahora tiene “cada vez menos paciencia con el legalismo”, lo que mira es “simplemente si vives una vida de fe”.

FUEGO INOLVIDABLE
Desde entonces es evidente que no han dejado de leer la Biblia. Sus citas se repiten una y otra vez a lo largo de sus canciones, pero a la vez han tomado un papel cada vez más claramente político. Comenzó con su oposición a lo violencia en Irlanda del Norte en War, pero continuó con un compromiso creciente con la lucha por la justicia social en el mundo.

Su álbum del año 84, The Unforgettable Fire, fue el primero que hicieron después de dejar la comunidad. Su tema sigue siendo la esperanza, el calor del hogar y el amor que se entrega, pero sobre todo resalta el impacto de otra forma de entender la fe, inspirados por el ejemplo de Martin Luther King. El titulo mismo viene de una exposición que vieron en el Museo de la Paz de Chicago, donde una serie de recuerdos de los supervivientes de Hiroshima acompañaba un homenaje a la figura de este pastor protestante. La canción que le dedicaron (MLK) cierra el disco de una forma similar a como lo hace el Salmo 40 en War. Es un tema intrigante, lleno de profunda tristeza al recordar su muerte, que contrasta con la celebración de su vida que hacen en Pride.

“Si voy a América y pongo la televisión”, dice Bono el año 87, “empiezo a sudar enormemente cuando veo a esos tipos que han convertido la fe en un negocio” . Cuando el cantante de U2 habla de los evangélicos norteamericanos, piensa en esos predicadores que pretenden hacer sanidades con una mano que parece salirse literalmente de la pantalla. “¡Es terrible!”, dice Bono, “soy cristiano, pero a veces me siento tan lejos del cristianismo”. Puesto que “el Jesucristo en que yo creo fue el hombre que tiró las mesas en el templo y echó a los que cambiaban el dinero, que eran como los televangelistas de hoy”. Es contra estos predicadores que habla Bono en el concierto grabado en la película Rattle and Hum, que “roban dinero al enfermo y al anciano”, ya que “al Dios en que yo creo, no le falta el dinero”, dice el cantante.

Si hay algo que te desarma siempre en las declaraciones de U2 es su honestidad. Bono se muestra a veces avergonzado por ser considerado un ejemplo de fe cristiana. Dice en una entrevista del año 88: “La razón por la que me atrae la luz de las Escrituras es porque muestra otro lado de mí que permanece oculto”. Aunque tiene grandes ideales y aspiraciones de paz, se siente capaz de la agresión más brutal. “Me gustaría poder vivir al nivel que exige el cristianismo, pero soy como un aficionado”, dice Bono.

Es por eso que la mejor declaración de fe que ha hecho U2 es tal vez su canción Todavía no he encontrado lo que busco. Este tema de The Joshua Tree (1987) es “una canción evangélica para un espíritu inquieto”, dice Bono. En él canta: “Rompiste los lazos / soltaste las cadenas / llevaste la cruz / y mi vergüenza / sabes que lo creo”. La redención, la expiación y la muerte vicaria de Cristo en una declaración teológica sin precedentes, llena de esperanza, en el espíritu de Filipenses 3:4-16. La fuerza escatológica de esta oración representa en ese sentido lo mejor del espíritu del gospel.




VANIDAD DE VANIDADES
Es cierto que mucha gente está cansada ya de oír a estrellas del rock hablar de los problemas de este mundo, mientras exhiben su estilo de vida millonario, haciéndose fotos con la gente más miserable de todo el planeta. La imagen que daba el grupo irlandés U2 a principios de los noventa producía esa impresión patética de tantos personajes de moda que se llenan la boca de discursos de justicia social, entre expresiones obscenas mientras exhiben su último modelo, en medio de los excesos del alcohol y las drogas. ¿Qué había quedado de aquellos chicos sanos de Dublín de los años ochenta, llenos de grandes ideales y fervor cristiano?

Bono, como suele decir la prensa, ha sido siempre un gran bocazas y sus declaraciones oscilan a menudo entre lo sublime y lo ridículo, en apenas una frase. Su lenguaje es tan sucio como el de la mayor parte de la gente hoy en día, aunque también es cierto que lleva más de un cuarto de siglo hablando de cosas de las que poca gente habla hoy en día. Ya que sus intereses no se limitan a la música, la sociedad o la política, sino a realidades espirituales trascendentes como el cielo o el infierno, ángeles y demonios, liberación y redención, gracia y paz. De hecho es raro el artículo o la entrevista que no mencione las palabras fe, mística o religión.

A mediados de los noventa U2 está ya cansado de jugar el papel de estrellas. Las promesas de fama y fortuna, que anuncian los placeres de este mundo, no esconden detrás del neón más que la medianoche. La verdad es que “hace frío afuera, aunque esté muy iluminado” (Zooropa). “El hombre construye una ciudad de bancos y catedrales” (Lemon), pero bajo sus calles está “la piel y los huesos de una ciudad sin alma” (The Wanderer). Bono ve la futilidad de una vida sin Dios en este tema llamado originalmente El Predicador (por estar basado en Eclesiastés), al que pone su voz en el disco el cantante evangélico Johnny Cash: “Salí allí fuera / en busca de experiencia / probar y tocar / y sentir lo más posible / que el hombre pueda / antes de arrepentirse”.

“Buscando salvar mi alma / buscando en lugares donde no crecen las flores / buscando llenar lo que Dios hizo completo” (Mofo). Aparece en Bono la nostalgia por la madre perdida a los 14 años (cuya búsqueda se mezcla con la de Dios ya en una de sus primeras canciones, I Will Follow). Está claro que está intentando encontrarse a sí mismo. En sus conciertos de Popmart, el cantante grita: “Fui buscando el espíritu y encontré alcohol; fui en busca del alma y compre algo de moda; quería encontrar a Dios, pero me vendieron religión”. Por lo que ¿dónde está Dios entonces? Si el cristianismo se ha comercializado y “han puesto a Jesús en la industria del espectáculo / ahora es difícil encontrar la puerta” (Si Dios enviaría sus ángeles). Pero hay hambre de eternidad en temas como Wake Up Dead Man.

¿QUÉ TIENE DE ASOMBROSA LA GRACIA?
El disco que abría este nuevo milenio, All That You Can´t Leave Behind (2000) anunciaba una vuelta a lo básico, regresando a la simplicidad de los orígenes en su gira Elevation. Su honestidad muestra de nuevo una vulnerabilidad desarmante. Se anuncia un nuevo día de esperanza (Beatiful Day) en este álbum, en cuya portada algunos ven incluso una referencia a Jeremías 33:3. Esa sed de trascendencia reaparece en la conversación con su amigo muerto, el cantante del grupo INX, que se suicidó (Stuck In A Moment). Busca la elevación de ese amor redentor, en un deseo de volver a casa en In A Little While, la canción que escuchaba Joey Ramone, al final de su lucha contra el cáncer. Por eso dice Bono que “la convirtió en una canción de gospel”.

La canción Gracia, que cierra el álbum, vuelve a ser una declaración de fe, al estilo de sus primeros discos: “Es el nombre de una chica / pero es también una idea que cambió el mundo”. Cuando a Bono le preguntaron en la BBC qué cantaría si se acabara el mundo, no dudó en contestar que el himno Sublime Gracia. La esperanza de Bono se basa en ese favor inmerecido de Dios. En el libro que ha publicado Michka Assayas de conversaciones con Bono, el cantante le explica la diferencia entre la gracia y el karma, la ley de causa y efecto que para él está “en el centro de todas las religiones”:

“Yo tendría problemas serios si el karma fuese finalmente mi juez, porque he hecho muchas estupideces. No es que excuse mis errores, pero yo me acojo a la Gracia. Me acojo a Jesús que tomó mis pecados sobre la Cruz. El sentido de la muerte de Cristo es que Cristo tomó los pecados del mundo, de forma que nuestra naturaleza pecadora no coseche la muerte obvia. No son nuestras buenas obras lo que nos abre las puertas del Cielo. El amor interrumpe las consecuencias de tus acciones. Lo que para mí, son realmente buenas noticias”.

José de Segovia Barrón es periodista, teólogo y pastor en Madrid

jueves, agosto 02, 2007

La fe de Van Gogh



A pesar de su corta vida y su iniciación tardía a la pintura, Vincent Van Gogh (1853-1890) hizo una obra muy fecunda. Los últimos dos meses antes de su suicidio, el artista hizo un cuadro cada día. El Museo Thyssen-Bornesmiza de Madrid ha reunido veinte de las setenta obras que hizo en el pequeño pueblo de Auvers-sur-Oise (Francia), antes de que se disparara un tiro en el pecho frente a un trigal. Sobre su enfermedad, se han propuesto muchas hipótesis (epilepsia, esquizofrenia, sífilis, alcoholismo, intoxicación por plomo), pero ¿qué hay acerca de su fe? Este hijo de un pastor protestante hizo profesión de fe cristiana en la Iglesia Reformada holandesa, sintiendo una vocación espiritual que le llevó incluso a trabajar como evangelista entre los mineros de carbón belgas. Su experiencia en el ministerio acabó sin embargo con una profunda crisis. ¿Qué ocurrió con su fe?

Van Gogh entró en una “gran noche”, que Paul Klee llamó su “tragedia ejemplar”. El culto a su genio y su locura hace que muchos hoy, vean su arte como fruto de un “martirio”, que relacionan con su educación protestante. Se ven así sus primeros años como marcados por una “luz oscura”, pero ¿cómo era en realidad el medio calvinista en que creció? Muchos se imaginan la disciplina estricta de una fe fundamentalista, pero la verdad es que su padre era un pastor reformado bastante liberal. Hablaba más de Cristo como ejemplo, que como sustituto del pecador. De hecho, su padre había sustituido la teología evangélica por un moralismo asfixiante.

El calvinismo ortodoxo siempre ha creído que el hombre no podía cumplir por si mismo la Ley de Dios, por lo que nuestra vida depende totalmente de la obediencia que Cristo ha mostrado en nuestro lugar. Mientras que el evangelio que el padre de Van Gogh predicaba era más bien la imitación de Cristo, que tanto ha atraído al catolicismo-romano. La diferencia no es una cuestión de matices. Lo que está en juego es el enorme abismo que existe entre la gracia y un moralismo evangélico. Para Van Gogh, el cristianismo consiste en un amor que Cristo despierta en nosotros, pero que nosotros debemos lograr con todos nuestros esfuerzos. No es extraño que sinceramente el artista pensara, que para su padre, él nunca llegó a dar la talla. Tal fe lo que pone en evidencia es todas nuestras faltas y contradicciones, pero no hay en ella ninguna buena noticia.

PREDICADOR DEL AMOR
A diferencia de otros artistas, Van Gogh leyó y escribió mucho. Apreciaba especialmente La vida de Jesús de Renan (1863). Este escritor francés describe a Cristo como un idealista sensible, un genio de la ética, que como héroe trágico inspira con su nobleza grandes obras. El pintor consigue este libro cuando está en




Londres en 1875, y escribe a su hermano Theo largas citas en sus cartas. Su pensamiento romántico busca entonces “el amor por el amor”, en la imposible tarea universal de “acabar con la vanalidad de la vida humana”. Es por eso que decide hacerse predicador...

Al prepararse para estudiar teología en Amsterdam en 1877 y 1878, su iniciación en el griego y el latín va acompañada de grandes ejercicios de ascetismo. Y como un nuevo San Francisco, el Van Gogh que va finalmente como misionero al Borinage, comparte sus posesiones con los “desechados de la tierra”. Su radicalidad le lleva a una crisis, por la que abandona finalmente el ministerio, y se entrega con igual fervor al arte. “Pintar es una fe”, le escribe a su hermano Theo, en su carta 493.

Predica así con imágenes, como el cuadro que hace tras la muerte de su padre. Muestra una gran Biblia, que recibió de él como herencia, abierta por Isaías 53, con el anuncio del Siervo sufriente del Señor. Todo el espacio en torno a ella está oscuro. La única vela que podría dar luz, está apagada. Lo que está iluminado es la portada de un libro que parece muy usado: La alegría de la vida de Emilio Zola. Su título llama a engaño, ya que trata en realidad de las miserias de la vida. ¿Qué quiere decir con esto? Que en la miseria de cada día, mostramos los hombres, la imagen del Siervo sufriente. La Biblia nos da así un ejemplo, que podemos entender mejor a la luz de Zola, que de cualquier escritor piadoso. ¡Es el Cristo de Renan, no el de los Evangelios!

EL CRISTO DE VAN GOGH
Van Gogh identifica así a Jesús con cualquier chica que conoce en un café, como hace en su particular visión del Ecce Homo (carta 533). Y el artista inicia de ese modo un particular Getsemaní, que recorre entre olivos, cipreses y campos encendidos de trigo. Es como si con él toda la tierra, la naturaleza y el cosmos, se presentará unida al varón de dolores. Sus amarillos se hacen así expresión de terror, pero también de consuelo. Esa luz solar se convierte de esta manera en un símbolo de comunión con un



amor cósmico. Es por eso que en La resurrección de Lázaro, la obra que basa en un boceto de Rembrandt, Cristo es sustituido por un destello de sol. No se trata de usar símbolos naturales como en el cristianismo primitivo, sino todo lo contrario: dar una luz de eternidad a una naturaleza hecha subjetiva. El arte se hace así religión.

Cristo es para Van Gogh, el más genial de los artistas, ya que “hace a la gente viva, inmortal” (cartas 635-636). Y hasta el final, Jesús sigue siendo su ejemplo, en su misión como artista. Pero no es nada más que eso, su ejemplo, en una vida sin Dios, buscando su salvación por su propio camino, “a través del dolor a la gloria”. Porque a pesar de la incomprensión que sufrió, él siempre creyó en su arte, que vio como un evangelio para la humanidad: “consuelo para las próximas generaciones”. Es esa confusión la que le lleva a escribir en una de sus cartas poco antes de su suicidio, que se veía a sí mismo “como un bonzo, un simple adorador del eterno Buda” (701). Pero incluso cuando habla en lenguaje cristiano su fe no es más que fe en sí mismo.

VIVIR COMO DIOSES
Y es así como muchos de nosotros queremos vivir todavía con nuestra capacidad creativa, como dioses, crear nuestra propia verdad, en nuestro propio “universo” personal “renacido”. De ese modo intentamos vivir y morir, creando nuestra propia existencia, aunque su final no nos lleve más que a una destrucción eterna. Y ¿no puede ese dios pedir a veces sacrificios humanos? Sí, por ejemplo cuando pierdes tu capacidad creativa. El suicidio se convierte así en tu último acto creativo. Esa es la tragedia de Van Gogh, pero una tragedia nada ejemplar. Es por eso que su mirada muestra la pasión de la desolación, del temor ante un vacío que le hace exclamar: “Cuando siento necesidad de religión, salgo por la noche y pinto las estrellas”...

No sé si Van Gogh descubrió que hay Alguien más allá de las estrellas, que nos comprende y nos ama, no por lo que nosotros hacemos, sino por lo que Cristo Jesús ha hecho por nosotros. Escondidos detrás de ese Sol de justicia, podemos vivir en la Luz. Pero si confiamos en nosotros mismos, en vez de su vida y su calor, recibiremos su luz cegadora, por lo que tendremos que vivir en terrible oscuridad. Nos da miedo ponernos ante esa Luz que todo lo pone en evidencia. Pero no hay mayor consuelo que encontrar refugio a la sombra del Hijo de la Luz.

José de Segovia Barrón es periodista, teólogo y pastor en Madrid

lunes, julio 09, 2007

¿El Final del Espíritu?


Este fin de semana se estrena en España la película El final de la lanza, absurdamente titulada en castellano El Final del Espíritu, por la conocida manía de cambiar siempre los títulos, o dejarlos de vez en cuando en inglés, según el capricho de los distribuidores, en este caso Karma, una pequeña empresa que se dio a conocer con la película Lutero y parece haberse especializado en el marketing religioso, una rama de creciente auge en Estados Unidos. La historia es conocida en el mundo evangélico, aunque ha sido olvidada ya por el gran público, que la descubrió por un famoso reportaje de la revista Life y un relato resumido por el Reader´s Digest. Se trata de la impresionante historia de cómo cinco misioneros protestantes norteamericanos fueron brutalmente muertos por los indios waodoni (antes conocidos como aucas) en 1956 en la selva amazónica del Ecuador y cómo sus familias se reconciliaron con sus asesinos por el poder del Evangelio.

Algunas películas se basan en sus grandes presupuestos, efectos especiales y actores famosos. Otras, sin embargo se levantan con un fondo modesto (ésta está producida por la discreta iniciativa de Every Tribe Entertainment), limitaciones técnicas (algunas tomas aéreas de Panamá son particularmente hermosas, pero el guión y el montaje en general, dejan bastante que desear), así como actores poco conocidos (aunque el controvertido Chad Allen, que interpreta tanto a Nate como Steve Saint, es un popular personaje de la televisión norteamericana, además de un conocido militante gay, que ha sido portada tres veces de la revista homosexual más conocida en Estados Unidos, The Advocate, y protagonista de una obra, Corpus Christi, que presenta un Jesús que mantiene una relación homo-erótica con sus discípulos).

Eso significa también, que a pesar de la publicidad que recibamos en nuestras iglesias, ésta no es “una película evangélica”, aunque su director, Jim Hanon, es un sincero creyente, que busca mostrar el efecto del Evangelio, pero no menciona siquiera el nombre de Jesucristo más que como “Waengongi (el Dios Creador), que manda a su Hijo a la tierra, siendo atravesado por una lanza, sin defenderse con una lanza, para que aquellos que le traspasaron, puedan aprender a vivir bien”... Para algunos cristianos, todo esto les resultará decepcionante, pero tenemos que darnos cuenta que una película no es un sermón. Cuando hablamos de la utilización que podemos hacer de un film como éste, tenemos que entender más bien que no es más que un medio para empezar a hablar del Evangelio, no un sustituto de la predicación. Estamos en el terreno de lo que algunos han llamado pre-evangelismo.

¿UNA PELÍCULA EVANGÉLICA?
Alguno se preguntará sin embargo cómo podemos aceptar los cristianos que un activista homosexual interprete a un misionero como Saint, cuya idea de santidad excluía una conducta que condena la Ley de Dios. Este es el problema en definitiva de la representación, la razón por la que muchos Padres de la Iglesia, se opusieron al teatro y la actuación. Yo compararía en ese sentido más bien, a El Final del Espíritu con una película como Carros de Fuego, que no es un film específicamente cristiano (si es que eso existe), sino que algunos de sus personajes representan a cristianos, que fueron además misioneros, muriendo finalmente a causa de su fe.




El Final del Espíritu trata tan un tema tan poco actual y políticamente incorrecto, como la misión entre los pueblos indígenas, algo tan incomprensible para el espectador actual, como negarse a correr en Domingo, por ser el Día del Señor. Y sin embargo, ambas historias son reales…La de Carros de Fuego, la descubrió el productor David Puttnam, cuando estaba en convalecencia, hojeando un libro sobre anécdotas de las Olimpiadas. La de El Final del Espíritu, cuando el empresario Matt Green escuchó a Steve Saint y el indio Mincaye hablar en una conferencia en 1999. Si el protagonista de El Final del Espíritu es un militante gay, el guionista de Carros de Fuego es un agnóstico (Colin Welland), el dinero es de un magnate musulmán egipcio (Dodi Fayed) y sus protagonistas son dos reconocidos homosexuales (Ian Charleston y Sir John Gielguld). Y sin embargo ¡pocas películas han reflejado tan bien la fe cristiana!...

EL PODER DEL PERDÓN
Es así cómo debemos ver El Final del Espíritu, no como un producto de nuestra sub-cultura evangélica, sino como un ejemplo de la evidente presencia de la fe en un mundo, donde el Evangelio se extiende, a costa de la sangre de mártires como Saint y el sacrificio de hombres como Liddell, capaz de entregar una vida “que no se puede guardar, para ganar lo que no se puede perder”, según las conocidas palabras de uno de aquellos misioneros, Jim Elliott….

La historia de estos cinco misioneros martirizados, contada en tantos libros evangélicos, es ahora llevada al mundo, como testimonio de cómo la soberanía de Dios es capaz de convertir una tragedia en una poderosa arma de salvación y reconciliación. El milagro del perdón que reúne al hijo de Saint con Mincaye, el asesino de su padre, que acaba adoptándole, es causa de asombro, no sólo para el creyente, sino para todo un mundo que nos observa y asiste asombrado a una historia, que le resulta en el fondo increíble. Esa es la mayor barrera de una película como ésta: La gente no se acaba de creer cómo esto ha podido ser posible…

Si esto nos parece increíble, ¡qué diríamos de un Dios que ha mandado a su Hijo, para ser traspasado y darnos así el perdón! Si lo creemos, ¿estamos nosotros dispuestos a sacrificar nuestra vida como aquellos hombres, por causa del Evangelio?, ¿seríamos capaces de perdonar así a nuestros enemigos? Esas son las preguntas que nos deja una historia, que nos muestra que la verdad, resulta a veces más increíble que la ficción…

MULTIMEDIA
Puede escuchar una entrevista de ESperanza Suárez a José de Segovia titulada: «El final del Espíritu», el film que narra la conversión de los Aucas al Evangelio (audio, 6 Mb)

José de Segovia Barrón es periodista, teólogo y pastor en Madrid

jueves, junio 14, 2007

The Idan Raichel Project הפרוייקט של עידן רייכל



הפרוייקט של עידן רייכל

THE IDAN RAICHEL PROJECT

Cuando los últimos titulares de los periódicos se centran en las noticias sobre el conflicto y la guerra en el Medio Oriente, una colaboración musical israelí alcanza el éxito haciendo a un lado las diferencias interculturales y celebrando el valor de la diversidad. Con su fusión de música folclórica tradicional etíope, poesía árabe, cantos yemenitas, salmos bíblicos y ritmos caribeños, The Idan Raichel Project tomó por asalto a Israel con una serie de éxitos y ventas equivalentes a un triple álbum de platino.

The Idan Raichel Project es la creación del tecladista, compositor, productor y arreglador israelí Idan Raichel, quien invitó a más de 70 músicos de distintos orígenes a participar en las grabaciones. En particular, a Raichel siempre le fascinó la creciente población de judíos etíopes de Israel, y muchas de las canciones cuentan con la participación de miembros de la comunidad etíope de Israel. El disco también incluye músicos árabes, vocalistas yemenitas tradicionales, un percusionista de Surinam y un cantante sudafricano, entre otros.

The Project lanzó su primer álbum en Israel en 2002 y rápidamente se convirtió en uno de los mayores éxitos de la historia de la música popular israelí. El encantador estribillo de su primer corte, “Bo’ee” (Ven Conmigo), sonaba totalmente original a los oídos de los israelíes. La ola de interés propulsó el álbum hasta llegar a alturas pocas veces vistas en la escena musical local y cimentó a Idan Raichel como un nuevo tipo de estrella pop israelí. Hoy en día un icono musical en las comunidades israelitas del mundo entero, The Idan Raichel Project agotó entradas en prestigiosos locales de París, Bruselas, Nueva York, Los Angeles, Singapur y otros lugares.

El lanzamiento internacional de The Idan Raichel Project promete llevar a un vasto público el electrizante trabajo de este colectivo musical único. El Project ofrece una nueva visión de cómo los israelíes, sus vecinos en esta región volátil, y la gente de todo el mundo, pueden abrigar sus tradiciones culturales individuales, celebrar sus diferencias y crear nuevas e inspiradoras expresiones a través de colaboraciones respetuosas. “Nuestra habilidad para vivir en paz con los demás depende de que aprendamos a apreciar y respetar las diferencias entre nosotros”, explica Idan. “El progreso no consiste en tratar de cambiar a nuestro prójimo, sino en aceptarlo y reconocer que en la vida buscamos las mismas cosas: pan, agua, espíritu, respeto y amor”.

Fundado por Jacob Edgar, durante varios años director del departamento de A&R e investigación musical de Putumayo World Music, Cumbancha es un nuevo sello musical que se propone editar el trabajo de artistas de todo el mundo que merecen ser conocidos y apreciados por un público más vasto. “En Putumayo decimos con frecuencia que realizar compilaciones es como salir con alguien, y que fichar artistas es como casarse”, dice Edgar. “Después de años de flirtear con mis artistas favoritos, ¡es grandioso poder formalizar y finalmente sentar cabeza”!

The Idan Raichel Project será lanzado en conjunto con una colección especial de Putumayo World Music titulada One World, Many Cultures, que presenta colaboraciones musicales multiculturales e incluye además la participación de Willie Nelson, Ziggy Marley, Taj Mahal, y Youssou N’Dour, entre otros. Una parte de las ganancias por las ventas de One World, Many Cultures será destinada a colaborar con la organización sin fines de lucro Search For Common Ground (www.sfcg.org), que trabaja para transformar el modo de lidiar con conflictos mundiales –abandonando la confrontación y tratando de llegar a una resolución colaborativa de los problemas.

El lanzamiento internacional de The Idan Raichel Project promete dar aun más renombre a este proyecto inspirador. Paralelamente a la edición de este CD, The Idan Raichel Project planea iniciar una importante gira internacional que los llevará nuevamente a Estados Unidos, Europa y otros países para presentar su poderoso y entretenido mensaje a público de todo el mundo.

martes, junio 12, 2007

El corazón de las tinieblas



Se publica ahora una nueva traducción de El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad. Son ya más de una docena las que existen en castellano (algunas tan buenas como la de D. López, A. Ballesteros o M. Antolín Rato), pero ésta es una edición de estudio (basada en el texto de A. García e I. Sánchez), que han preparado los profesores Galván y Fernández para la prestigiosa colección de Cátedra. Incluye una extensa y erudita introducción de más de cien páginas y abundantes notas al texto. Hace ya más de cien años que se publicó el libro de Conrad. Desde entonces la literatura, la música y el cine, sigue volviendo a este misterioso viaje por el Congo, para descubrir en él algo del corazón humano. ¿Qué hay en El corazón de las tinieblas, que sigue fascinando a tantos, todavía hoy?

La novela narra el viaje de un marinero, Charles Marlow, que remonta el río Congo a la búsqueda de un agente de una compañía belga que ha enloquecido en la selva. El personaje aparece ya en una novela corta llamada Juventud y es el narrador de otro de sus libros más conocidos, Lord Jim, además de contar la historia de Azar. El autor siguió ese mismo recorrido doce años antes, justo cuando Stanley publicaba el relato de sus exploraciones por las tinieblas de África. Esa oscuridad era entonces referencia a lo desconocido, pero en el lenguaje de Conrad va adquiriendo un sentido cada vez más simbólico. Este itinerario se convierte en todo un viaje interior, en el que la jungla se va convirtiendo en metáfora de lo desconocido, como si el misterio de la humanidad estuviera de alguna forma silenciado allí.

Marlow nos da una visión del mundo pesimista. Sus dudas morales e incertidumbre sobre lo que está bien o lo que está mal, nos muestra la lucha del hombre contra un mal primigenio, al que es imposible vencer. La expresión de las fuerzas de la oscuridad que aquí se manifiestan, nos muestran una verdad oculta y destructora, pero a la vez fascinante. Cuando uno se sumerge en esa locura, entramos en un mundo de alucinaciones y pesadillas, al límite mismo de la razón. Es un viaje realmente al fondo del alma, en un barco lleno de contradicciones, miedos y preguntas. Y el descubrimiento final de Kurtz es una confrontación con nuestro yo más íntimo.

LA LLAMADA DEL MAR
Conrad nació en Polonia en 1857, pero se hizo tan inglés, que escribió en este idioma hasta su muerte en 1924, en una pequeña localidad de Inglaterra llamada Bishopsbourne. Huérfano a los doce años, vive con su tío en Polonia, estudiando en Cracovia, pero se marcha a Marsella para enrolarse en la Marina mercante francesa. Durante años tiene una vida aventurera, participando en peligrosas operaciones y conspiraciones políticas por todo el mundo. Tiene así que ver con una oscura trama de contrabando de armas para la causa carlista en España, que inspira uno de sus relatos cortos. Viaja por Sudamérica, Borneo, África y Australia.

En 1878 tiene un desengaño amoroso que le lleva a un intento de suicidio a los 21 años, del que le salva su tío. Busca entonces trabajo en la Marina británica, aprobando el examen que le convierte en segundo oficial, ya que habla perfectamente inglés, además de francés y ruso. En 1886 obtiene la nacionalidad británica y cambia su nombre por el de Joseph Conrad, renunciando a todo sueño nacionalista.

EL CORAZÓN DE AFRICA
En 1889 le proponen un trabajo de navegación en el río Congo. Una compañía belga le ofrece comandar un barco. Pasa entonces cuatro meses recorriendo las aguas del Continente Negro, descubriendo el corazón de las tinieblas en el centro de África. Se ha querido ver por eso en este libro la tragedia de un continente que ha sido víctima de la rapiña, la hipocresía y la doble moral de Occidente. Conrad se ha convertido así en una coartada para un mensaje político, vagamente inspirado en su obra.

El libro Planeta Kurtz (publicado por Mondadori) presenta las clásicas acusaciones a Conrad como racista, por parte de autores como el nigeriano Achebe, así como otro tipo de lecturas, como la psicoanalítica, para explicar la extraña atracción que tiene esta obra para el lector contemporáneo. Es evidente que su relato desenmascara la historia oficial del estado creado en 1882 por el rey Leopoldo II de Bélgica, ocultando la muerte de millones de congoleses en nombre de la civilización. Pero si su novela sigue vigente hoy, siendo capaz de hablarnos y emocionarnos tan poderosamente, es más bien por su contenido metafísico.

APOCALYPSE NOW




Eleanor Coppola cuenta la obsesión de su marido por esta historia en el diario íntimo Con el corazón en tinieblas (publicado por Emecé). Describe el turbulento rodaje de Apocalypse Now. El camino de Conrad se convierte para Coppola en una espiral hacia el interior de la bestia, que el director encontró en la guerra de Vietnam. El eco de la voz de Marlon Brando pronunciando las últimas palabras de Kurtz, “¡el horror!, ¡el horror!”, resuena a lo largo de todo ese viaje infernal que hace el director de origen italiano los dos años que pasó en Filipinas haciendo Apocalypse Now. Su esposa fue testigo de esa batalla personal que estuvo a punto de romper su matrimonio (a punto de cumplir ya cuarenta años).

“Creía que me iba a morir, literalmente”, dice Coppola. El actor Martin Sheen sufrió de hecho un ataque al corazón. Eleanor cuenta como “bebía y lloraba, obligándoles a rezar juntos”. El equipo se instala como aquellos soldados americanos en una fantasmagórica zona, en la que los sueños se vuelven pesadillas. La introducción de la película tiene por eso ese sentido onírico que lleva a la imagen de Willard luchando contra el espejo de su dormitorio en Saigón, con el sonido de los Doors en esa impresionante canción en la que Jim Morrison anuncia el fin, The End, mientras los helicópteros cruzan la jungla, mezclándose con el ventilador del techo de su habitación.

Es la misma atmósfera opresiva del libro, donde todo parece apresado en la densa tela de araña de una inmensa e ininterrumpida jungla que empieza y termina en la desembocadura del Támesis. Por eso la historia, estrictamente hablando, no tiene principio ni final, ya que acaba volviendo a su inicio. Pero cuando Marlow habla con la prometida de Kurtz al final de la novela, le miente sobre sus últimas palabras, haciendo que en vez de “el horror”, invoque su nombre. Esa mentira la equipara a la muerte. Ha llegado entonces a “el corazón de una inmensa oscuridad”.

LA VERDAD OCULTA
Esa verdad oculta nos hace ver lo que hasta entonces había permanecido escondido bajo el manto de las convenciones sociales. Kurtz representa la Sociedad Internacional para la Supresión de las Costumbres Salvajes, pero de nada le sirven sus “espléndidos monólogos sobre el amor, la justicia y el modo de conducirse”. Pues “la selva le había susurrado cosas acerca de sí mismo que él desconocía”, dice Conrad, “y el susurro le resultó fascinante, irresistible”.

Un general en Apocalypse Now intenta explicar la locura de Kurtz, como alguien que ha caído en la tentación de ocupar el lugar de Dios. Se presenta como un emisario de luz, apóstol de la ciencia y el progreso, al que solo mueve la compasión, pero no puede escapar a los lazos sutiles del poder de la oscuridad. Así es como todos sucumben. “La luz vino al mundo”, dice el Evangelio de Juan, pero “los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas” (3:19).

Conrad contempla esa oscuridad impenetrable, “como uno observa a un hombre que yace en el fondo de un precipicio, donde el sol no brilla nunca”. La muerte de Kurtz aparece al comienzo de un poema de T.S. Eliot, Los hombres huecos (1925), cuyos versos finales aparecen en Apocalypse Now: “Así es como acaba el mundo, no con un estallido, sino con un quejido”. Ya que este autor cristiano ve el libro como una metáfora de la oscuridad del alma, pero ante ella declara con fe: “Tuyo es el Reino”. Porque la buena noticia del Evangelio es que una cruz ha atravesado el abismo.

Alguien se ha enfrentado a “la potestad de las tinieblas” (Lc. 22:53). Su último grito de victoria ha traído la alborada de un nuevo día. Jesús dice: “Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí, no permanezca en tinieblas” (Jn.12:46)

José de Segovia Barrón es periodista, teólogo y pastor en Madrid


© J. de Segovia. ProtestanteDigital.com (España, 2007).

martes, mayo 22, 2007

MELAJ mejorado

A partir de esta fecha he añadido algunos elementos a este blog, como links de noticias, anunciantes y ¡videos!

Quiero iniciar este nuevo momento de MELAJ con un descubrimiento más que interesante: Matisyahu es un artista estadounidense de reggae-hip hop. Matisyahu es el equivalente hebreo al nombre Mateo. Después de casi incendiar su clase de química, decidió ir a un viaje de acampada a Colorado. En las Montañas Rocosas, lejos de la vida urbana de White Plains, Matisyahu afirma que descubrió su Dios.

Matisyahu

Su curiosidad espiritual lo llevó a Israel en un viaje que significó un punto de inflexión en su vida. Matisyahu aprovechó el tiempo rezando, estudiando y pensando en música en Jerusalén. Su dormida identidad judía afloró a su consciencia y a su regreso acudió a un instituto en Bend (Oregon), introduciéndose en el reggae y el hip hop.

Se convirtió al judaísmo jasídico. Mientras estudiaba en The New School, Matisyahu escribió una obra de teatro titulada Echad (Uno), que trataba de un muchacho que conoce a un rabino hasídico y se convierte a la religión. Poco después del estreno de la obra, la vida de Matisyahu extrañamente imitó a su arte. Años después de que prendiera en él la primera chispa de religiosidad, Matisyahu conoció al rabino Lubavitch, iniciando la transformación de Matthew en Matisyahu.

Su banda combina sonidos de reggae,rap y rock, junto con letras de alto contenido espiritual.
Sus integrantes son:

  • Matisyahu (Matthew Paul Miller) - Voz, Beatbox
  • Jonah David - Batería
  • Aaron Dugan - Guitarra
  • Josh Werner - Bajo, Teclados

Discografía

  • Shake Off the Dust…Arise (JDub Records 2004)
  • Live at Stubb’s (live) (JDub Records - Epic 2005)
  • Youth (JDub Records - Epic 2006)
  • ‘No Place To Be’ (CD+DVD Con 7 nuevos temas el 26 de diciembre a la venta)

Esto es un resumen, el artículo completo lo teneis en la wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Matisyahu

Más información en su Web: http://www.matismusic.com/

miércoles, mayo 09, 2007

La fe y el bien común

Si la política, al menos de alguna forma o manera, aunque sea de forma restringida y asumiendo sus problemáticas, puede orientarse para la búsqueda del bien común de todas las personas, sin duda puede encajar dentro de la dimensión social de la fe. Esto, por supuesto, no porque la política demande fe, sino porque la fe nos puede demandar el compromiso sociopolítico. La acción política, en algún caso, puede ser una exigencia de la fe, pues la fe se vive dentro de la historia y de sus avatares.

Es la vertiente pública de la fe, de una fe que no se puede individualizar ni privatizar de forma exclusiva, pues la fe que, según la Biblia, actúa a través del amor, rompe toda privatización e individualismo y nos lanza al mundo y, fundamentalmente, a la parte del mundo más lacerante y sufriente: los pobres de la tierra que son legión.

Desde esa perspectiva, la fe, usando como vehículo inseparable el amor, un amor que, necesariamente, tiene que buscar el bien común, la justa redistribución y la dignificación de las personas, nos puede demandar el compromiso político, bien sea en su sentido más amplio de una política con mayúsculas, o su sentido más concreto de la militancia en los partidos políticos del arco parlamentario. Estas son áreas que no tienen por qué considerarse vedadas a los cristianos.

El amor nos lanza al compromiso y este compromiso implica también el sociopolítico. La fe circula por los carriles de la historia arrastrada por los caballos del amor y no puede dar la espalda a los avatares políticos en donde se juega, en muchos casos, la dignidad de las personas. Es por eso que, en las dinámicas y búsquedas del bien común por parte de los hombres de fe, no se puede evitar poner en el punto de mira de esa fe actuante a los pobres del mundo. Quien, desde la fe, enfoca el tema del bien común, se da cuenta que la actuación de esa fe transformadora no puede limitarse al asistencialismo o al compartir ofrendas o limosnas, cosa que es loable y que hay que hacer porque son exigencias de la ética cristiana. Pero no es suficiente. La fe transformadora de la realidad debe impregnar también la vida sociopolítica.

La fe que exige del creyente enfocar las causas de la pobreza y analizar las estructuras económicas injustas que oprimen y marginan a tantos prójimos, se encuentra con la exigencia ineludible de demandar de los creyentes que se involucren en lo que podría ser la reconstrucción, o si se quiere, la liberación de una sociedad contaminada y presa de estructuras de poder, económicas y políticas injustas. Esta empresa de liberación y transformación, tendente al bien común y a la dignificación de los pobres, no tiene más remedio que entrar por líneas de compromiso político como exigencia de la misma fe. Esta ha sido mi experiencia desde el trabajo asistencial y de integración social de Misión Urbana. Cada vez mi fe, en contacto con la realidad de la pobreza, me plantea nuevas demandas y exigencias cada vez más fuertes que aún no he sabido canalizar totalmente y con plena sabiduría. Sólo que me gustaría estar en el camino, en la senda de la solidaridad que no da la espalda al compromiso sociopolítico. Esta puede ser también la experiencia de personas que están en contacto con la labor diacónica de la iglesia, sean voluntarios o profesionales.

Dentro del cristianismo deberían surgir cada vez más vocaciones en relación con la comunidad política, usando a ésta como cauce de expansión del bien común a todos los ciudadanos y habitantes del mundo, con una visión especial que enfoque las fuertes problemáticas de la exclusión social que mata la dignidad de más de media humanidad. Y el resto de la humanidad se ve también menoscabada en su dignidad. La dignidad humana o es para todos, o esa dignidad no existe. Nunca se puede considerar más digno el ladrón de dignidad que el despojado de ella.

El cristiano que hace caso a su exigencia de fe en cuanto al bien común, se convierte en un paladín por la búsqueda de la justicia y de la paz. Esta actividad encajada en la dimensión social de la fe, no puede evitar ni huir del compromiso político como si éste fuera algo negativo. Esta dimensión de la fe es la que hizo a los profetas del Antiguo Testamento ser críticos con las estructuras políticas y socioeconómicas del momento, les hizo llegar a la denuncia social a favor de los pobres y de los oprimidos. Ese megáfono de voz crítica se articula ineludiblemente, dentro del compromiso sociopolítico, dentro de la dimensión social de la fe que, en algunos casos, se puede orientar a la militancia en los partidos políticos de izquierdas, de derechas o de centro. El cristiano que busca el bien común en un compromiso sociopolítico, no lo hace al margen de la fe o como con miedo de hacerlo a pesar de su creencia, sino como exigencia misma de su fe en Cristo y como discípulo de un Jesús con todo un proyecto del reino con unos valores que tienden a acercar la justicia y el bien común al mundo, con una preferencia especial por los pobres, los marginados y los excluidos.

No os hagáis problema de la pluralidad de opciones políticas ofertadas por los partidos políticos concretos. En todos ellos se pueden encarnar los mensajes y compromisos sociopolíticos de una fe actuante arrastrada por los caballos del amor. En el fondo caeríamos otra vez en el concepto de projimidad que, para desarrollarse en compromiso buscando el bien común, puede necesitar de la acción política de los cristianos. Fortaleced la dimensión pública de la fe, pues es el amor en acción quien la mueve. En el fondo, la fe y el amor, con todas sus implicaciones, son dos realidades coimplicadas separadas sólo a efectos didácticos y para entendernos entre los hombres.

Juan Simarro Fernández es Licenciado en Filosofía, escritor y director de Misión Evangélica Urbana de Madrid

Spider-Man y el enemigo interior.

“La mayor batalla se libra por dentro”, anuncia la publicidad de Spider-Man 3. Descubrimos así el lado oscuro de un superhéroe, que ha destacado más por su humanidad que por sus poderes. Sam Raimi cierra así una trilogía que es lo más parecido a una obra de autor que puede hacer Hollywood, en un tipo de cine tan comercial, que se preocupa más por las cifras y los efectos, que por la caracterización de unos personajes y la coherencia de un argumento. La tercera entrega de esta saga sigue la línea clara de los comics de los años sesenta, pero nos introduce en la ambigüedad moral de una historia cada vez más ambiciosa. Esta película, no sólo nos enfrenta al problema del perdón, sino también a nuestra incapacidad para dominar el enemigo interior.

Un personaje de los años ochenta, Venom, nos aporta el lado tenebroso del protagonista. La mancha negra de Veneno convierte al personaje interpretado por Tobey Maguire, en un tipo siniestro y retorcido. Ya en los primeros minutos de la película lo vemos como alguien engreído y egoísta, que disfruta de su éxito amoroso y profesional. Todo parece que le va bien. Tiene una novia encantadora y el jefe de su periódico, ya no le trata tan mal como antes. Los neoyorquinos le adoran y confían en él como su fiel protector, jaleándolo allá por donde pasa. El primer acto heroico que hace en esta secuela es sin embargo rescatar a una guapa modelo, interpretada por la hija del director Ron Howard, a la que besa en la boca, delante de su propia novia.

Esta chica fascinada por el hombre-araña, Gwen Stacy, era en el comic la primera novia de Parker. Moría inesperadamente a manos del segundo Duende Verde, que es el amigo que intenta vengar a su padre, supuestamente asesinado por Spider-Man. Al descubrir la identidad secreta de Peter Parker, su odio se extiende hacia su antiguo compañero de piso, que tiene cada vez más conflictos, hasta verse dominado por “una especie de parásito mental que transforma el cuerpo de su portador hasta fundirse con él”. Es para Raimi, “un símbolo, la cara oculta del ser humano, lo negro, lo incontrolable que todos llevamos dentro”…

¿UN CHICO NORMAL?
Desde que la picadura de una araña radioactiva lo transformó en un hombre-araña, Peter Parker no ha dejado de ser un chico como tantos otros. Algo solitario, porque sus padres murieron en un accidente y su querido tío fue asesinado por unos delincuentes, pero es tan sensible como la mayor parte de los adolescentes. Como tantos chavales, está enamorado de la más guapa del instituto, pero nadie le hace mucho caso. Su apariencia enclenque y carácter algo reservado, hacen que parezca más bien tímido. No es difícil para muchos de nosotros, identificarse con alguien como él…

La primera entrega de Spider-Man exploraba ese aspecto psicológico, hasta conseguir a la chica que amaba, que es Mary Jane en la película (curiosamente, el intercambio de papeles que tiene con Gwen Stacy en la versión cinematográfica, va acompañado hasta de un cambio de color de pelo: Kirsten Dunst se hace pelirroja y Bryce Dallas Howard se tiñe de rubio). Ella sin embargo en el original, era una parte fundamental del mito trágico del personaje, pero aquí no aporta más que una tensión sentimental algo estúpida. Se mezcla así finalmente la serie original de los sesenta, que hizo Stan Lee con Steve Ditko, y la versión de los noventa de Todd McFarlane, pero aunque todo resulta un poco confuso, los personajes se vuelven más humanos.

El impresionante Hombre de Arena (Thomas Haden Church) es en realidad el asesino de su tío, pero su crimen inspira comprensión, desde la compasión que ve a este delincuente con remordimientos por haber abandonado a su hija. Su debilidad y contradicciones nos resultan extrañamente cercanas. Tras el segundo Duende Verde no hay más que el dolor de un amigo que se siente traicionado. Y Brock es un fotógrafo ambicioso, que no repara en medios para quitarle a Parker su trabajo, pero dominado por el Veneno se muestra como alguien humillado por Peter, que le golpea sin piedad, cuando busca reconciliarse con él, diciéndole: “¿Buscas perdón? ¡Vete a la iglesia!”.

EL PROBLEMA DEL MAL




“Todos son seres humanos y tienen pecado en su interior”, dice Raimi. El problema de la venganza y el perdón recorre las tres entregas de la serie. Lo que la convierte en una de las sagas más interesantes de analizar, desde un punto de vista filosófico e incluso teológico.

En una de las pocas entrevistas que ha dado Raimi en Madrid, el periodista de El Cultural, Juan Sardá, le observa: “Hay algo cristiano en todo”. Pero el director dice: “No creo que haya nada cristiano, son valores”. Una lectura parecida hace el actor Tobey Maguire: “Hay claramente un profundo remordimiento de Peter, siente que está perdido y se encuentra realmente humillado, pero no creo que sea algo en términos religiosos, sino más bien psicológicos y emocionales”.

De hecho Raimi declara en esa entrevista que “Spider-Man simboliza a Estados Unidos en este filme”. Ya que piensa que “hemos pecado de orgullosos y ahora queremos levantarnos de nuevo sin negar nuestros errores del pasado”. No es casualidad que la serie empezó como la primera gran superproducción de Hollywood que se estrenó tras los ataques del 11-S. La visión de Nueva York, defendida por un héroe bueno, contra todo extraño malhechor, produjo una especie de catarsis social para el abatido espectador norteamericano. Hay una escena en esta tercera entrega en la que incluso Spidey posa con la bandera americana. Según Raimi, “esta imagen tiene mucho que ver con la historia de un chico que se considera a sí mismo por encima de los criminales y su pecado es el orgullo”. Es precisamente ahí, donde el director cree que “comienza su caída”….

El dilema que reflejan las tres películas es cómo reconciliar nuestros poderes con nuestra responsabilidad. La naturaleza pecaminosa de Parker adquiere su máxima expresión con el simbionte de Venom, que le hace sentirse dominado por un deseo de venganza, que le vuelve antipático y desagrable. Lo extraño es que “se siento uno bien”, dice el personaje, al descubrir su lado oscuro. ¡Por supuesto que sí! El pecado produce siempre ese efecto… Aunque su tía le advierte que “la venganza es como un veneno, que si se apodera de ti, te convierte en algo espantoso”, pero él ya no hace caso... Su caída llega hasta el punto en que se encuentra desesperado, mirando hacia arriba la silueta de la cruz de una iglesia, bajo un cielo gris de tormenta…

EL ASOMBRO DEL PERDÓN
¡Qué curioso, que sin haber intención religiosa alguna, Raimi sitúe entre los muros de una iglesia, el momento en que su personaje es despojado de su traje negro, para aparecer vestido de rojo! Ese simbolismo de limpieza nos muestra la única forma cómo es posible realmente el perdón. Porque no hay nada que podamos dar menos por obvio que el perdón. ¡Es un verdadero milagro!... Nos engañamos diciendo que una cosa es perdonar y otra es olvidar, pero nuestro perdón no significa nada en la práctica. Porque sólo reconciliados con Dios, podemos reconciliarnos los unos con los otros.




Todos tenemos una lucha con nosotros mismos. Ya que somos capaces de hacer daño, hasta a los que más queremos, tanto física como emocionalmente. Y nuestro adversario, no sólo puede hacer que destruyamos a otros, sino también puede hacer que nos destruyamos nosotros mismos. Pablo escribe a los Romanos: “¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?” (7:24). Aunque a continuación exclama: “Gracias a Dios, Jesucristo me rescatará”, como dice una versión moderna del v. 25.

Jesucristo no aparece para salvar a Peter Parker en la película. Sin embargo la confrontación final con el enemigo es en una iglesia. La escena es violenta y angustiosa. Cuanto más se intenta librar Peter del Veneno, más parece formar parte de él. La conclusión no deja lugar a dudas que la clave para nuestra redención está en nuestra facultad de elegir. Teológicamente, siempre ha sido un tema de discusión hasta que punto nuestra voluntad misma está caída, para impedirnos que tomemos otra elección que no sea el pecado. Lo que está claro, es que como dice la tía de Peter, el perdón ha de empezar por nosotros mismos. ¿Cómo podemos perdonar, si no hemos sido nosotros mismos antes perdonados? ¡Esa es la cuestión!

MULTIMEDIA
Puede escuchar la entrevista de Daniel Oval a José de Segovia en eMision.net con el título: “Spiderman, superhéroes y Mesías” (audio, 5 Mb)

José de Segovia Barrón es periodista, teólogo y pastor en Madrid